Para quienes de una u otra manera vivimos aquel fin de año de 1986 la sorpresa y el orgullo de la victoria de un ecuatoriano en la afamada carrera de San Silvestre, nos sentimos parte de este aniversario número 25 del primer triunfo de Rolando Vera en tierras brasileñas.
Esta competencia que nació en 1924, y que tuvo la primera victoria de un extranjero en 1945, acogió en 1986 a un pequeño corredor ecuatoriano, de tan solo 21 años, que en la edición anterior a esa había alcanzado la segunda ubicación.
La carrera se realizaba en las últimas horas del año, por lo que cada uno de nosotros se enteró de la victoria cuando se alistaba a recibir el siguiente año, porque quien escribe esta nota, tan solo con 7 años de edad también festejó esta victoria.
El rumor corría por las calles de las distintas ciudades del país, la noticia se la informó por las radios ecuatorianas que festejaban el cambio de año y quienes fueron las primeras en conocer del hecho realizado en Brasil. Nadie esperaba esa victoria en una competencia con tanta historia, que incluso tomaba el nombre de maratón, aunque no lo era, por lo importante que se había hecho a nivel mundial, por lo que el festejo fue aún mayor por la sorpresa dada.
Con su 1,57 metros de altura, Vera conquistó esta victoria en 36 minutos y 45 segundos, sorprendiendo a un país que no estaba muy acostumbrado a las gestas deportivas y que veía en esa victoria un momento de orgullo patrio, una carrera que no la ganó solo “el Chasqui de Oro”, como se lo conoció al atleta de origen cuencano, sino de todo un país.
Para la noche del primero de enero de 1987, pues en la mañana no había noticieros, se esperaban las imágenes de la competencia, se vivió aquella última parte de la competencia, en la que se veían las motos de la policía de San Pablo tras Rolando Vera, con la emoción de una transmisión en vivo, es que eran hechos que nos hacían grandes como nación, después vendrían otras, pero nadie olvida aquella victoria, que se repitió tres años más, esas llenas de expectativa de cada ecuatoriano, y que incluso las pudimos ver en vivo y a diferente hora, pues la competencia ha sufrido cambios de distancias y horarios en varias ocasiones, incluida la de 1988, cuando la hora de partida fue ubicada en horas de la tarde.
Pero si eso si vivió con intensidad, se debe también mencionar la llegada del atleta al país. Vera fue recibido entre aplausos y festejos de sus compatriotas, en su tierra natal, un carro lo paseó por las calles de Cuenca, donde su madre lo recibió como un héroe. Los homenajes fueron varios, incluso Rolando, en varias entrevistas sobre su victoria, indica que no esperaba esa recepción pero que los triunfos, aunque importantes, no se podían igualar al cariño que sintió de los ecuatorianos.
Rolando Vera, pasó a ser un ícono del deporte ecuatoriano, compitió en tres Juegos Olímpicos, en los que no pudo obtener una medalla, pero que siempre tuvo expectante al país, además participó de varias competencias internacionales, obteniendo victorias de importancia, como la maratón de Bolder en Boulder, Colorado en 1989, el campeonato sudamericano en los 10.000 metros en dos ocasiones, 1987 y 1989, entre las de mayor renombre.